La ansiedad como trastorno
Antes de definir el fenómeno de la ansiedad social, es prudente
preguntarse qué entendemos por ansiedad de manera general. Este concepto, según
fuentes como el DSM-V, puede definirse como una especie de respuesta
anticipatoria a una amenaza futura, mientras otros autores como Sierra, Ortega
y Zubedait (2003) definen a la ansiedad como la combinación de manifestaciones
físicas y mentales que no son atribuibles a un peligro real y que puede
manifestarse en forma de crisis, o de un estado sostenido y difuso. Podemos
decir entonces que la ansiedad es un estado de alerta físico y mental, derivado
de la sensación de un peligro acechante. Aunque esta definición comparte rasgos
con el miedo, se diferencia de este concepto en que el miedo se relaciona más
con un estado de huida o defensa derivado de la exposición del individuo a una
experiencia peligrosa, mientras la ansiedad se relaciona por lo general con un
estado cauteloso o de vigilancia en relación a un peligro futuro.
Como se vio en la definición anterior, la ansiedad (al igual que el
miedo) cumplen una función adaptativa, la de preparar al individuo ante
posibles peligros, por esta razón no se puede considerar patológica a la ansiedad
en todos los contextos o circunstancias. Cuando se habla de “ansiedad
patológica” se refiere a estados afectivos “excesivos” para el contexto y de
larga duración, con detonantes que generalmente son muy específicos. El DSM V
clasifica a estos estados dentro de los trastornos de ansiedad, en donde se
encuentran estados como las fobias, los trastornos de pánico, la agorafobia y
la ansiedad social.
Ansiedad social: definición, síntomas
La ansiedad social es un estado de miedo o aversión al juicio de otras
personas sobre la conducta del individuo, lo cual deriva en una constante
evitación de situaciones o eventos sociales, donde la persona pueda estar
expuesta a juicios de valor. Como ocurre con otros trastornos de ansiedad, el
trastorno de ansiedad social se caracteriza por una sobreestimación de un
estímulo aversivo, lo cual genera una respuesta desadaptativa frente a una
situación que el individuo percibe desde su esquema cognitivo como peligrosa.
A partir de la definición dada antes y la observación del trastorno se
pueden enmarcar una variedad de signos y síntomas que engloban este cuadro, sin
embargo, existen criterios clave dentro del diagnóstico de esta patología que,
según el CIE-10, serian: Miedo y evitación a ser el foco de atención, o a
comportamientos “embarazosos o humillantes” (criterio A 1 y 2). Frente a la
situación temida, el sujeto manifiesta síntomas típicos de un episodio
ansioso(aumento del ritmo cardíaco, palpitaciones, dificultad para respirar,
presión en el pecho, náuseas, aturdimiento, desrealización y
despersonalización) añadiendo a estos síntomas alguno de estos comportamientos:
ruborización, miedo a vomitar y necesidad imperiosa de defecar y/o orinar
(Criterio B) además de la manifestación de molestia o disconformidad por parte
del paciente en referencia a la sintomatología antes descrita (Criterio
C). En este trastorno los criterios del DSM-V no difieren mucho a los antes
mencionados, excepto que determina un periodo de 6 meses de miedo o ansiedad
persistente para poder hablar de ansiedad social.
Otras características que pueden catalogarse como “secundarias” en un
individuo con este trastorno son las referentes a sus habilidades
sociales, ya que generalmente un individuo con trastorno de ansiedad social
muestra posturas corporales muy rígidas, no mira a los ojos al hablar, además
de poseer un tono de voz bajo, con una actitud inadecuadamente asertiva o
sumamente sumisa, esto debido al miedo o ansiedad al juicio social, lo cual
lleva a que el trastorno entre en un círculo vicioso en donde a causa del miedo
a ser juzgado el individuo actúe con comportamientos que generen juicio por
parte de sus semejantes, reforzando la conducta de miedo y ansiedad, afianzando
el trastorno.
¿Qué tan común es este trastorno?
Según cifras aportadas por el DSM-V, la prevalencia anual de la ansiedad
social para los adultos mayores varía entre el 2 y el 5 por ciento, siendo las
mujeres más propensas que los hombres a sufrir de este trastorno. Sin embargo,
son los hombres en donde aumenta la tendencia a buscar ayuda frente a los
síntomas de la ansiedad social. En la etapa de la adolescencia, la brecha del
padecimiento según géneros se hace más elevada. Normalmente este trastorno
inicia entre los 8 y 15 años, fruto de una experiencia estresante en el ámbito
social (haber sufrido de burlas, vomitar en público… etc.) o surgiendo de forma
lenta e inespecífica. estos datos coinciden con el aumento de los
requerimientos sociales durante la adolescencia, la época de aparición de este
trastorno, y el aumento de la probabilidad de sufrir de un evento social
estresante en dicha etapa.
Frente a un caso de ansiedad social, siempre es importante el
acompañamiento y el apoyo del entorno social, así como una adecuada evaluación
y tratamiento realizado por profesionales de la salud, que determine según el
caso cual es la mejor estrategia a seguir para lograr una mejora en la calidad
de vida del paciente.
Fuentes:
Asociación Americana de psiquiatría (2014). Manual Daignóstico y Estadístico de los trastornos mentales (5ta edición). Editorial Panamericana
OMS (1994). Guía de bolsilo de la clasificación CIE-10. Editorial Panamericana
Sierra, Ortega y Zubedait (2003) Ansiedad, angustia y estrés, tres conceptos a diferenciar. Revista Mal-estar e subjetividade, vol. 3, num. 1, mar. 2003, pp. 10-59 (disponible aqui)
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